En
un gobierno que ha declarado como prioridad a los pobres de Guatemala ha dejado
olvidadas en el presupuesto del Estado a muchas de las organizaciones y
fundaciones que se dedican a dar ayuda a las personas de menos recursos.
El Ministro de Salud, en un programa
radial, afirmó que “ante la escasez de recursos” que tiene, decidió dejar a un
lado a organizaciones como la Fundación Aldo Castañeda, que atiende a niños con
problemas del corazón; la Fundación Ayúdame a Vivir, con niños con cáncer, o la
Casa del Niño, que cuida en guarderías a los niños mientras sus madres
trabajan; los hogares de ancianos de San Vicente de Paúl, las Obras Sociales
del Hermano Pedro o la Fundación Sobrevivientes, entre otras más.
El
funcionario añadió que con los fondos que cuentan prefieren darle prioridad a
las instituciones del Gobierno, como el Hospital San Juan de Dios, en donde se
puede dar atención gratuita a las personas de menos recursos. ¿Sabrá el
Ministro la ayuda que dan estas fundaciones a sus pacientes?
El
hablar de ONG en el presupuesto estatal es lo mismo que oír de malos manejos y
corrupción, pero siempre ligadas a las formadas por los mismos políticos con
intereses electorales. Esta manipulación que se ha dado en los últimos años ha
hecho que se quite el aporte del Estado a muchas de las organizaciones que
hacen una obra que el Estado no ha querido o no ha podido hacer.
La
pobreza en Guatemala es tan grave que no hay mucha gente que se oponga a que el
Estado atienda a los más necesitados, pero lamentablemente los programas de
Cohesión Social han sido politizados y envueltos en velo poco transparente que
los han convertido en el programa más polémico del Gobierno.
Cohesión
Social ha contado con fondos transferidos de casi todos los ministerios del
Gobierno, y al quitarle fondos a estas organizaciones, quiere monopolizar la
ayuda a los pobres. Creo que si esto solucionara el problema de la pobreza,
estaría bien, pero no es así, no podemos despreciar la ayuda que dan desinteresadamente
estas ONG.
Todos
sabemos en Guatemala cómo funcionan las instituciones del Estado, donde lo
último que se privilegia es la atención al guatemalteco. Los mismos empleados
en vez de mejorar su servicio pasan más tiempo pensando cómo sacarle más
prebendas a su institución que en dar un buen servicio público.
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